via: https://www.pikaramagazine.com/2024/02/suena-a-realismo-magico-pero-la-selva-esta-resistiendo-al-tren-que-no-es-maya/

Mina Morsán, activista, explica desde Yucatán por qué organizaciones por la defensa del territorio resisten al megaproyecto del Tren Maya y cuáles son los riesgos anticipados que empiezan a materializarse.

Texto: Agencia Presentes / Katia Rejón

El Tren Maya es un megaproyecto que viene impulsando el gobierno de México y generando protestas de quienes defienden el ambiente: 42 trenes que atraviesan a lo largo de 1,525 km de vías férreas los estados del sur del país: Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Esto implica, entre otras cosas, cruzar una de las selvas más importantes en América Latina y perforar las cuevas de los cenotes de la Península de Yucatán.

Desde 2018, cuando se anunció, organizaciones civiles, investigadorxs de la antropología y las ciencias exactas y sociales, defensores de derechos humanos y comunidades mayas han protestado por las diversas irregularidades del proyecto. Desde la falta de una consulta pública libre e informada a las comunidades, hasta el impacto medioambiental. En manos de una empresa pública, Olmeca-Maya-Mexica, el tren brindará servicios diferenciados: será tren turístico, de pasajeros y de carga.

Mina Morsán -en la foto de apertura de casco azul, de pie- es una buza que vive en Playa del Carmen, Quintana Roo, e integra la organización de SOS Cenotes, Mujer Libre Mx (MULI) y la Red de Resistencias Sur Sureste. Apenas algunos de los muchos grupos que se han manifestado contra el megaproyecto desde distintas perspectivas: antimilitar, de género, medioambiental, antirracista, arquitectónico y de ingeniería civil.

Cenote en Playa del Carmen

Qué riesgos inminentes implica el Tren Maya

Pilotes con los que se perfora el suelo kárstico conectado a cenotes, Quintana Roo.

Las primeras preocupaciones sobre el proyecto en la Península las escuchó en el Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan -organizado por las mujeres zapatistas- en 2019, antes de la pandemia. Mina Morsán, originaria de Guadalajara, acababa de mudarse a Quintana Roo cuando el proyecto se anunció. “Fue como cuando te dicen que alguien tiene cáncer. Lo primero que piensas es en el tiempo que queda”.

 “Fue como cuando te dicen que alguien tiene cáncer. Lo primero que piensas es en el tiempo que queda”.

En entrevista con Presentes, Morsán opina que el riesgo más grande que trae el Tren Maya no es la turistificación -uno de los tantos- sino la industrialización que traerá consigo el megaproyecto. En los últimos años, el sureste de Yucatán ha sido sobreexplotado por las megagranjas porcícolas y la industria inmobiliaria que no contemplan el tipo de tierra de la región: un suelo poroso y lleno de cuevas subterráneas donde los agentes contaminantes entran y salen sin filtro.

“El Tren Maya ensancha esa puerta. Las comunidades están luchando contra estas industrias desde hace 10 o 20 años. Y en la comunicación oficial del Tren se habla del impulso a estas industrias, usando eufemismos. Los territorios pierden con la industrialización y un territorio tan frágil, mucho más”, explicó Mina Morsán.

Casa de una mujer desplazada por vivir junto a las vías de Tren Maya en Don Samuel, Campeche.

El Tren que no es maya

En manos de una empresa pública, Olmeca-Maya-Mexica, el tren brindará servicios diferenciados: será tren turístico, de pasajeros y de carga, buscando conectar el sur de México. Pero Quintana Roo es un estado de la Península donde las comunidades mayas han sido desplazadas y el turismo ha explotado la cultura originaria. Y también es un lugar al que llegan biólogues, exploradores, científiques y expertes en conservación por la riqueza natural que albergan el mar, la selva y los cenotes. Por eso, cuando llegaron les representantes del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, la dependencia que administraba el proyecto hasta que pasó a manos de los militares, donde sigue hoy- las comunidades mayas y les especialistas prendieron las alarmas.

“Antes había una oficina que se encargaba de socializar el proyecto. Tuvimos un par de reuniones y nos quedó claro que usarían eufemismos. Incluso cuando les estaban pegando durísimo con los datos y la información que ocultan o minimizan, respondieron con una sonrisa. Se les cuestionó desde muchos lugares: ingenieros, arquitectos, buzos de cuevas, abogadas hablando del derecho a un medioambiente sano. Pero era inútil”.

Una de las decisiones más controversiales del trazado del Tren Maya es la que corresponde a los tramos 5 y 6 en Quintana Roo. Al principio, quienes estaban a cargo plantearon que el tren atravesaría la carretera para no deforestar más. Esto incomodó a los empresarios hoteleros. Entonces decidieron pasar sobre la selva y los cenotes. Construyeron pilotes de cemento que perforan cuevas y ecosistemas frágiles.

“Esas ideas solamente se les puede ocurrir a personas que no conocen el territorio. A quienes que no tienen idea de que al perforar las cuevas con pilotes eventualmente se van a desmoronar. Sabemos que se va a caer, no sabemos si será en dos semanas o en cuatro meses o en algunos años, pero va a pasar. Ahora que es un absurdo muy anunciado y evidente, cambian la fecha de inauguración”, dice Morsán.

Obras del Tren Maya en Quintana Roo.

En resistencias

Por la pandemia el proyecto avanzó en su gestión, pero recién en 2021 comenzaron los avances visibles. A esa altura ya había colectivas y redes de personas que cuestionaban el Tren. Todo se volvió más real cuando talaron las ceibas, esos árboles grandes y sagrados del pueblo maya, se empezó a quitar el alumbrado y a hacer perforaciones en la carretera.

Zona maya de Playa del Carmen.

En noviembre de 2022 se hizo un llamado masivo a pueblos y comunidades urbanas y rurales del territorio maya para ir a Xpujil, Campeche. Llegaron más de 15 organizaciones y colectivas que formaron la Red de Resistencia Sur-Sureste en defensa de la vida de los territorios. Volvieron a encontrarse en la Caravana del Sur-Resiste que empezó en la costa de Chiapas y se conectaron con organizaciones que también resisten el Transísmico.

“Nos dimos cuenta del nivel de militarización del país. Había un montón de puntos de revisión de la Guardia Nacional, de la Sedena, del Instituto Nacional de Migración. Es muy terrorífico que se tenga de vuelta la agenda gringa de construir la seguridad desde lo militar y no desde los derechos humanos”.

“Es muy terrorífico que se tenga de vuelta la agenda gringa de construir la seguridad desde lo militar y no desde los derechos humanos”

En la caravana del Sur Resiste encontraron muchas personas organizadas en los estados del sur: Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Sin embargo, también se toparon con desastres ambientales como en la zona de El Bosque de Tabasco, hoy inundada y destruida por la crisis climática.

“Fue un viaje fuerte e inspirador. A cada lugar que llegábamos nos encontrábamos con una fuerza fogosa. Hasta en la tierra del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hay resistencia al Tren Maya”, dice Morsán.

Afectaciones a mujeres, infancias, adultxs mayores y personas LGBT

Organizaciones como Mujer Libre Mx (MULI) -de la que forma parte Morsán- han denunciado que las afectaciones del megaproyecto del Tren Maya son diferenciadas para cada grupo poblacional: mujeres, infancias, personas mayores y población LGBT. Desde que comenzó el proyecto, les han llegado casos de mujeres desaparecidas y feminicidios. ¿Cuál es el vínculo con esto? “Cuando entran militares a un territorio, entran muchas armas y dinámicas masculinas que son un riesgo para mujeres y personas de la población LGBT. Es una bomba de tiempo. Muchas compañeras ya no se atreven a salir en la noche por los militares. Hasta ahora no hemos tenido casos de agresión de militares a población LGBT, pero no descarto que los haya porque es un ambiente muy hostil. Por ejemplo, jóvenes de las comunidades se juntaban en la noche a cotorrear y ya no pueden hacerlo. Los mandan a su casa como si hubiera toque de queda. Pero la calle es su casa, la selva es su casa. Y esa es una dinámica que ha cambiado, las formas de vida son lo primero que cambia”.

El discurso oficial: “pseudoambientalistas”

En las mañaneras, el presidente de México ha llamado a las personas organizadas contra el Tren en Quintana Roo “pseudoambientalistas”. Su narrativa criminalizante de que se trata de personas pagadas “por la derecha” ha sido adoptada y reproducida por gran parte de sus simpatizantes.

“La narrativa oficialista del desarrollo para sacar del olvido al sureste es muy fuerte y convincente para la gente que trabaja. El mensaje de ‘Te voy a sacar de la pobreza’ es muy fuerte. No quieren creer que se les está mintiendo, porque buena parte de la esperanza de México se desmoronaría. Por otro lado, el gobierno ha querido negar que hay gente que no está de acuerdo, que no todo el mundo está contento. Cuando te acercas a los territorios ves todo lo que la gente hace por resistir”, señala.

Al principio las organizaciones de defensores ambientales contra el Tren Maya se quedaban en la defensa del ecosistema. Había -y todavía existen algunas voces- personas que pedían que el Tren se regresara al trazado principal sobre la carretera para salvar la selva, pero sin cuestionar toda la lógica del proyecto. Sin embargo, con el camino de resistencia recorrido en compañía de otras miradas y perspectivas, se reveló otra dimensión conceptual: se trata de una defensa del territorio más que un tema medioambiental. 

“A estas alturas tendríamos que darnos cuenta de que así pongan el Tren en el cielo, en el aire, bajo la tierra, el problema de fondo es que es un proyecto de muerte. Me sigue desesperando que algunas personas pidan que regresen el tren a la carretera. Hay que entender qué implica geopolíticamente que esto esté sucediendo. Quienes no vive acá, cuando les contamos lo que pasa no dan crédito. Es de no creerse el nivel de decisiones. Hay una crisis climática, la peor en muchos siglos. Y no es que falte información sobre eso”.

El Tren que no está yendo a ninguna parte

A pesar de que ya se inauguró un tramo, a partir de la resistencia de las comunidades, organizaciones y del mismo territorio, el megaproyecto ha tenido muchos obstáculos. De acuerdo con Morsán: “Suena a realismo mágico pero la selva está resistiendo muy cabrón. El hecho de que no puedan avanzar en el tramo 6 se debe a la cantidad de cuevas. Se inunda a cada rato o se encuentran con humedales, se llenan de lodo hasta las rodillas. Varios trabajadores nos han comentado que se pierden dentro del monte, a veces hasta un día entero”.

Algunos amparos promovidos contra el Tren Maya todavía están activos. Se siguen explorando rutas porque el plan es detenerlo. Si está costando tanto trabajo, aclara Morsán, es porque hay intereses gigantescos que se configuraron desde hace mucho tiempo. Pero eso no significa que no se pueda combatir. Opina que se necehace falta autocrítica dentro del movimiento feminista obradorista en la Península y de una consciencia de clase que dimensiones los impactos que ya sufren poblaciones con menos herramientas para hacer frente a la crisis medioambiental.

“Lo más importante es no creer el discurso de que “El tren va porque va”. En realidad no está yendo a ningún lado. Está yendo a un muy mal capítulo de la historia del país”.

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